Nació el 31 de julio de 1796 en Noirmoutier, una pequeña isla al oeste de Francia. Sus padres fueron Ana Mourain y Julián Pelletier, dos personas católicas y profundamente humanas, cuyo testimonio de solidaridad fue vital en el contexto de la Revolución Francesa. Rosa Virginia fue creciendo bajo el ejemplo de sus padres con un espíritu de servicio y compromiso cristiano; por ello, en 1814 ingresó a la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad en Tours, donde más adelante recibió el nombre de María de Santa Eufrasia. Su profunda experiencia espiritual estaba unida a un gran celo apostólico que se hacía visible en su trato cercano, tierno y justo a las jóvenes en situación de vulnerabilidad que le eran confiadas. A los 29 años fue elegida superiora de Tour dando un gran impulso a la misión y fortaleciendo la vida comunitaria. En 1831, consciente del deseo de muchas mujeres de consagrar su vida a Dios, fundó una comunidad de Hnas. Contemplativas cuya vida estaba centrada en la oración y silencio. Sin duda, María Eufrasia sabía que la fuerza de la misión estaba cimentada en la fecundidad de la oración contemplativa y el celo por la salvación de las personas.
Rosa Virginia Pelletier
A invitación del Obispo Charles Montault, se fundó una casa en Angers en el año 1829 y fue llamada «Buen Pastor» en memoria de un apostolado similar que había existido en el siglo anterior. María Eufrasia dirigió con profundo compromiso esta nueva comunidad, pero su visión y audacia creativa la llevaron a plantear un nuevo estilo de organización que permitiera expandir la misión. Es así que en 1835 se aprobó el Generalato, dando nacimiento a la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor. Gracias al esfuerzo, dedicación y liderazgo de María Eufrasia, la obra del Buen Pastor se expandió con rapidez, respondiendo así a los clamores de niñas y mujeres alrededor del mundo. A la muerte de María Eufrasia en 1868, existían 110 casas fundadas en los 5 continentes.