Cada 22 de abril, el Día de la Tierra nos invita a reflexionar sobre la forma en que habitamos nuestro planeta. Nos recuerda que no somos dueños, sino parte de un ecosistema vivo y sagrado. Para los pueblos andinos, esta conciencia no es nueva: ha sido parte integral de su cosmovisión ancestral, tejida profundamente en su forma de vida y espiritualidad.
La Pachamama: Madre Tierra viva y sagrada
En la misión Wasinchis Agustina Rivas —ubicada cerca del majestuoso nevado Ausangate, al sureste del Cusco, Perú— la cosmovisión andina encuentra una expresión viva. La Tierra, o Pachamama en quechua, no es vista como un recurso a explotar, sino como un ser vivo que merece amor, respeto y reciprocidad.
La espiritualidad andina nos habla de armonía con la naturaleza, de vivir en equilibrio con todos los seres que habitan la “casa común”. Este pensamiento resuena con las palabras de San Francisco de Asís, quien alababa a Dios a través de la creación: el sol, el agua, el viento, la tierra. Todos ellos, expresión del amor divino.
Rituales y sabiduría ancestral: agradecer a la Tierra
Una de las prácticas más significativas de esta cosmovisión es la ceremonia de ofrenda a la Pachamama. En ella, las hojas sagradas de coca son preparadas con gratitud, como un gesto de respeto hacia la Madre Tierra. Es una expresión de fe, de comunión con la naturaleza y de compromiso con su cuidado.
Para los pueblos andinos, la Tierra es madre. Es sagrada. Y han sido las mujeres sus más fieles guardianas: tejedoras de saberes, cuidadoras del equilibrio, sembradoras de futuro.
Mujeres y naturaleza: tejedoras de vida
Tal como nos recuerda el Papa Francisco en Laudato Si’, es urgente una conversión ecológica que nos lleve a respetar y proteger la vida en todas sus formas. “Todo está conectado”, afirma, y herir la Tierra es herirnos a nosotros mismos.
En este camino de conversión, el papel de la mujer es clave. A menudo invisibilizadas, son ellas quienes, desde sus hogares, comunidades y territorios, han sostenido y transmitido una relación sagrada con la naturaleza. Siembran, cuidan el agua, conservan las semillas, enseñan a sus hijos a respetar la vida, y muchas veces, son las primeras en defender la Tierra cuando está en peligro.
Tejidos que narran el cuidado de la creación
En los tejidos tradicionales de las mujeres andinas, se expresa esta relación íntima con la naturaleza. Una faja para adornar las faldas, por ejemplo, puede representar ríos que fluyen en zigzag y flores coloridas como la saqsa tika. Cada hilo cuenta una historia, cada diseño honra a la vida que habita la casa común.
Aguchita y la misión Wasinchis: conciencia ecológica y justicia
La misión Wasinchis Agustina Rivas, inspirada en el legado de Aguchita —quien vivió una fe comprometida con la justicia social y ecológica— promueve el reconocimiento del rol de la mujer en la defensa de la naturaleza. Desde la valoración de sus saberes hasta la visibilización de sus acciones, la misión impulsa una transformación que nace desde lo más profundo de la cultura y la espiritualidad andina.
Un compromiso para el presente y el futuro
Valorar a la mujer en su papel como protectora de la naturaleza es un acto de justicia, pero también de esperanza. Porque el futuro del planeta depende de todas y todos, pero no será posible sin el liderazgo activo de las mujeres.
En este Día de la Tierra, renovemos nuestro compromiso con la vida, con gratitud y responsabilidad. Cuidar la Tierra es también cuidar a quienes la cuidan. Y cada acción, por pequeña que parezca, es una semilla de transformación.